lunes, 2 de marzo de 2009


APUNTE HISTORICO:


PASTO CAPITAL DE LA REPUBLICA


Es un acontecimiento de gran trascendencia para la historia de nuestra region.


La transcripción del decreto por el cual Pasto fue Capital provisoria de la República en 1862, a la letra diee:


"El presidente de la Confederación Granadina, en uso de la autorización que le concede el Articulo 4 de la Ley de 30 de Abril de 1859 para trasladar provisionalmente en caso de grave perturbación del orden general, la capital de la Confederación al lugar que las circustancias indiquen como conveninte.


Decreta: Articulo Unico: Designase para los efectos legales la Ciudad de Pasto como Capital Provisoria de la República.


Dado en Pasto a 26 de Julio de 1864.


Leonardo Canal Sergio Arboleda

Presidente Secretario de Gobierno y Guerra".



En cuanto a porque no se puso el nombre de SAN JUAN DE PASTO en el referido decreto se debe a que generalmente a la ciudad capital del hoy Departamento de Nariño se conocía asi, a secas como PASTO, sin tener en cuenta la cédula real suscrita por Felipe II el 17 de junio de 1559 cuando a la Villa de Pasto se le otorga el titulo de CIUDAD y se le da ESCUDO DE ARMAS. En la administración del alcalde Edgar Villota fue que se propuso poner nuevamente el nombre de SAN JUAN DE PASTO a nuestra ciudad.


Auque otras ciudades del país tambien fueron capitales, como Ibagúe por 45 días y Tunja por doce días. Despúes de Bogotá, Pasto es la ciudad que mayor tiempo (seis meses) fue capital de nuestra república cuando ésta se llamaba CONFEDERACIÓN GRANADINA.
POR EL PARAMO DE ANGASMAYO 2da PARTE

Por ENRIQUE HERRERA ENRIQUEZ


Concluida la inspección pertinente, hechas las mediciones del caso, procedemos a regresar por el camino ya descrito, es una jornada que sin lugar a duda va ha ser mayor por cuanto el "disfrute" del descenso donde es muy cierto que hasta las piedras ruedan, ahora se tiene que afrontar como ascenso con un gran aliciente que nos fortalece y da bríos: es la última jornada a pie para llegar a casa. ¡Vamos pues, el camino nos espera, como igualmente nos espera la aventura al final de la jornada! Excepción de una o dos caídas más que se tuvo y el hundimiento de nuestras piernas en la franca humedad del sendero, todo lo demás se compenetra en un regreso en ascenso con el sudor propio del esfuerzo, el cansancio, las resbaladas y el patinaje sobre un terreno en que todo es humedad. El día ha sido benévolo, poco viento, nada de sol salvo uno que otro atisbo que se esparcía en medio de la niebla que señorea el sector. Paso a paso fueron quedando atrás las incógnitas del Páramo del Angasmayo para dar pie a sectores que antes caminamos: las colinas, los puentes, frailejones, la "laguna seca" y el blanco caballo que aún encontramos de regreso. Esta vez hubo más descansos, estábamos fatigados y el cansancio era altamente notorio tanto así que nos despojamos de los sacos y chaquetas para mayor comodidad en el trayecto. Ya al final, casi próximos a culminar nuestra jornada, el sendero de ramas y troncos provistos de eterna humedad reflejaban tenues rayos de un sol que se asomaba y escondía saliendo de cuando en vez para mirarse sobre las cristalinas aguas de este permanente humedal. Los cables y postes que conducen la energía eléctrica hasta la estación de Monopamba, nos indicaban cuan de cerca estábamos para abordar nuestro vehiculo automotor, situación que alivió y dio tranquilidad para asumir de un solo tirón el último tramo. Coronada la cima, ya sobre la carretera nos sentamos a descansar y dar rienda a cuanta anécdota se tuvo. Eduardo y Bayardo reían congraciándose de lo nuestro por cuanto los dos eran baqueanos, grandes conocedores del sector que les hacia familiar esta clase de jornadas. De regreso a Puerres, con un sol abrasador, despejado el panorama se pudo contemplar la belleza de nuestros paisajes vistos desde estas alturas de la altivez Andina con la imponente montaña "San Francisco" como cerro tutelar en medio de una quebrada geografía que se hunde hasta las márgenes del Guáytara para ascender por estribaciones de ondulante característica que se pierde más allá de la infinita lontananza del Chiles, el Cumbal, el Gualcalá y el Azufral. Entrando a Puerres se consideró oportuno ir hasta Muicira, una de las veredas a beneficiarse con el riego y donde se pudo contemplar una gama más de las bellezas paisajistas de la región cuando se observa como el río Guáytara dispuesto allá en la profunda grieta de su curso, se adentra en lo profundo de la montaña, cortándola de manera perpendicular hasta que se encuentra con la desembocadura del Angasmayo a la altura del sector denominado "La Josefina", para luego desplazarse abruptamente camino al noroeste en busca del río Patia. Carlos Chavéz Mora, alcalde titular del Municipio de Puerres nos atiende en su despacho para recibir con supremo agrado el positivo informe del proyecto y dar luego las ordenes pertinentes que hagan realidad la ejecución de la obra que tiene como base el Páramo del Angasmayo. En cuanto a mi, luego de conocer de manera directa gran parte del trayecto del río Angasmayo desde su nacimiento hasta su desembocadura en el Guaytara, reafirmo mi posición de considerar que de manera definitiva éste es el histórico y bien ponderado ANGASMAYU o río azul, de que habla tanto Pedro Cieza de León en su libro "La Crónica del Perú", como lo hace también Garcilaso de la Vega, en sus "Comentarios Reales del Perú", cuando al tratar sobre los límites del gran imperio incásico se refieren de la siguiente manera. Pedro Cieza de León dice así en el Capítulo XXXVIII, "En que se trata quienes fueron los reyes ingas y lo que mandaron del Perú": "En estas regiones de Los Pastos hay otro río algo grande, que se llama ANGASMAYO, que es donde llegó el rey Guaynacapa, hijo del gran capitán Topainga Yupanqui, rey del Cuzco…Pudieron tanto (los incas), que conquistaron y señorearon desde Pasto hasta Chile, y sus banderas vieron por la parte del sur el río Maule, y por la del norte al río ANGASMAYO y estos ríos fueron término de su imperio, que fue tan grande que hay de una parte a otra más de mil y trescientas leguas". Destáquese como el cronista Cieza de León es claro y categórico en cuanto a la ubicación del Angasmayo cuando afirma: "En estas regiones de Los Pastos hay otro río algo grande que se llama ANGASMAYO…", es en la de Los Pastos, sector plenamente definido y ubicado por la historia, distinta a la región de Los Quillasingas que el cronista localiza hacia la parte nororiental del Angasmayo donde quedaría el río Mayo. Por otra, Cieza de León cuando relaciona lo que hay desde Popayán a la ciudad de Pasto manifiesta: "hay grandes ríos, todos de agua muy singular y se cree que tengan oro en abundancia algunos de ellos. Un río destos está entre Popayán y Pasto que se llama Caliente (el Juanmbú). En tiempo de invierno es peligroso y trabajoso de pasar. Tiene maromas gruesas para pasarlo los que van de una parte a otra. Lleva la más excelente agua que yo he visto en las Indias, ni aún en España…" Si el cronista hubiese identificado al río Mayo como el histórico ANGASMAYO, sin lugar a duda nos lo hubiese transmitido como lo ha hecho al describir al río Juanambú que él denomina Caliente. Por otra parte, Garcilaso de La Vega en sus "Comentarios Reales del Perú", dice así respecto a los límites del Taguan Tin Suyo: "Los cuatro términos que el imperio de los Incas tenían cuando los españoles entraron en él son los siguientes: al norte llegaba hasta el río ANGASMAYU, que corre entre los confines de Quito y Pastu, quiere decir en lengua del Perú, río azul; está bajo de la línea equinoccial, casi perpendicularmente. Al medio día, tenía por término al río Maulli, que corre este-oeste por el reino de Chilì, antes de llegar a los Araucos; el cual está más de cuarenta grados equinoccial al sur. Entre estos dos ríos pone pocas menos de trescientas leguas de largo por tierra. Lo que llaman Perú tiene setecientas y cincuenta leguas de largo por tierra, desde el río ANGASMAYU hasta los Chichas, que es la última provincia de los Charcas, norte-sur; y lo que llaman reino de Chili contiene cerca de quinientas leguas, también norte-sur, contando desde lo último de la provincia de los chichas…" Cuando se habla que el río ANGASMAYU, "corre entre los confines de Quito y Pastú ….está bajo la línea equinoccial, casi perpendicularmente", es dable entender que si "corre entre los confines de Quito y Pastu…" Garcilaso de La Vega se refiere claramente a que el río está ubicado entre estas dos ciudades: Quito y Pasto respectivamente, razón por la cual cae de su peso la pretendida hipótesis de algunos historiadores que identifican al ANAGASMAYU que estamos describiendo con el río MAYO al norte de Pasto. La ciudad de Popayán, para cuando el inca Garcilaso de La Vega escribe en 1722 sus "Comentarios Reales del Perú", tenía para si toda una importancia que la hacia reconocer como la capital de la provincia de su mismo nombre, razón suficiente para tenerla de referencia a un sitio de la importancia del ANGASMAYU si este estuviese tan cerca de esa localidad como sucede con el Mayo. Es verdad que el recorrido del Angasmayo desde su nacimiento hasta su desembocadura en el Guaytara, no es mayor a los treinta kilómetros, pero el profundo cañón que ha labrado en esta abrupta geografía es de miedo, de terror en desfiladeros sin descanso, ante todo en los últimos tramos de su recorrido que hacen un imposible alcanzar y atravesar el gran caudal de sus aguas para pasar de un lado a otro, logrando aislar definitivamente al sector norte donde se ubica Pasto, dando así a esta ciudad una de las barreras naturales infranqueables que la protegerían de la conquista emprendida por los incas a cuya cabeza estaba el emperador Guayna Capac, no en vano Cabello de Balboa se refiere así a este hecho histórico cuando afirma: "llegando sobre las riberas de un río a quien llamaron Anagas-mayo, sin pensarlo torció su camino sobre la mano izquierda, por tierras de Yascual y Ancubia (Ancuya), y de allí al asiento de Cabiazara y pasó a Paquinango." Tanto Yascual como Ancuya se ubican mucho más cerca del Angasmayo actual, que el pretendido y distante río Mayo que en nada se compara su trayecto a los tajantes desfiladeros, precipicios sin escalas que tiene el abrupto cañón del Angasmayo que pudo contener la marcha expansionista del incario invasor como lo haría tiempo después con las huestes republicanas en su agresión contra Pasto y su gente, todo lo cual nos lleva a concluir que el histórico Angasmayo no es otro que este río que nace en los altos humedales del Páramo del Rosal o del Angasmayo, en predios del Municipio de Puerres, sirviendo en gran parte su trayecto como limite con el Municipio de Funes, en el departamento de Nariño al sur occidente de la republica de Colombia.

viernes, 27 de febrero de 2009


POR El PARAMO DEL ANGASMAYO

Enrique Herrera Enríquez.
Miembro de Número de la Academia Nariñense de Historia.


Luego de atravesar el torrentoso e histórico río Guaytara aquende a la vía Panamericana, metros antes de la población de San Juan, se comienza un permanente ascenso que va rasguñando sus abismales estribaciones las cuales se acentúan cada vez más con el perpendicular trayecto. Desde la parte más alta de la precipitante carretera el espectáculo es majestuoso cuando se observa un río Guaytara que se pierde en la infinita sima de un cordel oscuro en medio de peñas, riscos y praderas que contrastan en colores y hondonadas que parece quisieran surgir hacia el infinito en busca de un horizonte que se rompe entre montañas de ignota distancia.

Ya sobre un pequeño plano colindante con la profundidad de los abismos y la altivez de las montañas está Puerres. Es la capital del Municipio de su mismo nombre y se ubica a 2887 metros sobre el nivel del mar. En mitad de su moderno parque principal se yergue una escultural figura ecuestre de Simón Bolívar que fuera ejecutada por ese maravilloso artista del Contadero Don Marceliano Vallejo Montenegro, sin lugar a duda "el escultor de los vientos".

En Puerres, nuestro cordial amigo e inquietante invitador de esta jornada, Sergio Eliécer Bastidas Solarte, acompañado de Fabio Martínez se hace presente ante la Secretaria Municipal de Agricultura y Desarrollo la ingeniera Maribel Villarreal, joven profesional, bonita, amable y de una gran simpatía, con el objeto de recibir el apoyo logístico para llegar hasta la bocatoma de la región del Angasmayo. Atenta a la solicitud nos presenta a Eduardo Leyton y Bayardo Anrrango hombres curtidos en el campo, grandes conocedores del sector, con quienes surge de inmediato una amplia amistad.

Provistos de los elementos indispensables para acometer nuestra aventura, emprendimos el trayecto en busca de una región que para nosotros era altamente interesante en razón a la importancia que dentro de la historia tiene el Angasmayo si se tiene en cuenta que el curso de este río se ha planteado como límite hacia el Chincha Suyo (norte) del gran imperio del Taguan Tin Suyo o de los Incas, dentro del gobierno expansionista del monarca peruano Huayna Capac.

El ascenso es una vez más una vía muy pronunciada camino a Monopamba, es amplia, bien conservada por cuanto conduce hasta una de las principales estaciones de bombeo del petróleo proveniente de los pozos del bajo Putumayo. La neblina propia de altas alturas de los Andes poco a poco se va adueñándose de la visibilidad de la carretera que en nada descansa de su vertical posición en busca de la cresta sinuosa de la montaña. A la distancia en sentido contrario a nuestra ruta, se observa a la población de Córdoba, mas allá se encuentran Ipiales y Tulcán respectivamente que desde este sitio bien parecen dos ciudades muy juntas, apegadas por los límites del conjunto de las altas torres de sus campanarios y los modernos y altivos edificios que son el emblema de su progreso y desarrollo.

De pronto en medio de una de las tantas curvas de la amplia carretera nos encontramos a un costado de la vía con un grueso tubo que hace parte del oleoducto andino presentándose cual si fuese una enorme rama de un gigantesco árbol que va colindante en gran parte con la carretera o se mete por senderos en busca de la abrupta y ondulante geografía de la región que como ya se viene manifestando se lanza entre riscos y montañas de precipitada caída hasta las propias márgenes del Guaytara para luego ascender por entre las estribaciones hasta encontrar cimeras alturas que lo conduzcan finalmente a las orillas del Pacifico.

El día es fresco, está nublado. De cuando en vez los rayos solares registran momentos donde la luz penetra en medio de pequeños arco iris que reflejan sus colores en la niebla que despliega dominante su blanca capa para cubrirse por entero o dejar pequeños sitios por donde observar el paisaje donde una que otra casa se presenta cuando el altímetro marca menos de los tres mil metros sobre el nivel del mar.

Por encima de los tres mil metros, la madre naturaleza acordona para si sus dominios no permitiendo el hábitat del hombre, salvo algunas excepciones. A tres mil quinientos metros sobre el nivel del mar y a casi media hora del ascenso desde Puerres, nuestros guías consideran que hemos llegado al punto culminante de la primera etapa de nuestra aventura y acordamos orillar el vehiculo automotor para prestarnos a caminar por entre un sendero que nos conduzca hasta el Páramo del Angasmayo. Cada uno de los integrantes de la caravana toma un paquete de provisiones, se pone sus botas antideslizantes, chaqueta o saco de lana para protegerse del penetrante frío y sin más preámbulos se procede a iniciar el camino no sin antes escuchar atentamente al pie de la carretera las instrucciones que se dan para tratar de alcanzar con nuestra mirada el sitio hasta donde se piensa llegar.

Eduardo, nuestro avezado conductor de la jornada nos indica con su mano una serie de colinas ondulantes que se pierden y distancian entre la espesa y por ratos tenue neblina del sector. -El camino es cenagoso, procuren pisar por el sendero de ramas y pequeños troncos que vamos a encontrar a nuestro paso- nos ha dicho, en tanto nuestra mirada se pierde por entre la espesa vegetación de un mundo natural que nos ánima a entrar en él para conocer de cerca sus entrañas. Hechas las recomendaciones del caso, Eduardo, machete en mano, se adentra por entre un camino donde la humedad parece permanente al pisar cada una de las ramas, de los troncos y pequeñas piedras que se esparcen por entre un sendero de descenso donde todo es humedad y silencio. Uno a uno de los cinco seguimos el camino, brincando aquí, brincando allá, tratando de no pisar en falso. La soledad es total hasta cuando ¡oh sorpresa!, encontramos en medio del camino un blanco caballo que amarrado a un pequeño arbusto pastea cabizbajo en ese mundo del silencio y la neblina. –Es una bestia de carga, saca el carbón o la madera que aún de manera irresponsable explota el campesino sin darse cuenta el grave daño que causa con tan desgraciada tarea- ha dicho uno de los integrantes de la comitiva.

Por precaución solicito a Eduardo, el de machete en mano, me haga el favor de cortar una rama y la adecue a manera de cayado o báculo para continuar con mayor seguridad el trayecto de tanta humedad que transitamos, situación que la ejecuta de inmediato haciéndome entrega de una gruesa y larga rama que me da absoluta seguridad para continuar la jornada. Luego del descanso, el descenso continua hasta llegar a un sitio que se conoce como la "laguna seca", es un pequeño plano no mayor a un cuarto de cuadra donde el agua parece estancada, es de color cristalino, limpio y reluciente tanto así que refleja con total armonía su circundante vegetación de páramo. Siguiendo con precaución por un lado de sus orillas, dejamos atrás el pequeño manantial y continuamos el sendero por un corto plano que nos conduce hasta una nueva bajada a manera de escalinatas compuestas por ramas y troncos de humedad permanente.

En medio del silencio, la neblina y el chaz chaz de nuestros pasos rompiendo el agua entre las ramas y los troncos del camino, se escucha allá, distante muy distante, el rumor que causa un pequeño riachuelo sobre el cual se han puesto ramas y troncos a manera de puente, es el paso previo para iniciar un ascenso hasta la cima de una de las colinas que se interpone en el trayecto. Sosteniendo en una mano una de las talegas con provisiones, me aferré a mi báculo e inicie el ascenso con seguridad en cada uno de los pasos que daba para alcanzar la distante cima. El corazón palpitaban con mayor frecuencia en tanto el sudor copiosamente resbala entre la frente quitándome la visibilidad adecuada, lo cual obligaba a descansar paulatinamente para secar el sudor de la cara. Cada descanso o pascana servía para poder contemplar y admirar la belleza del sector desde una notable altura. La flora propia del páramo se esparcía a nuestros píes bajo el manto de la niebla y ni un solo rayo de sol inquietaba, sin mayor viento, casi sin él, solos en la placidez de la fría montaña que bien parecía nos tenía plenamente a su merced, hace que meditemos ante su incógnita belleza.

Coronada la cima, el espectáculo fue mayor cuando un amplio campo del paramoso sector se presenta cultivado, lleno todo él de frailejones de todos los tamaños, colores y figuras, sin que se tenga el menor asomo de neblina lo cual daba pie para admirar el paradisíaco paisaje en todo su esplendor. Es un ondulante plano que se pierde en inclinaciones que se estrellan abajo a orillas del Angasmayo y en la confluencia con el Rosal, un mediano río de gran caudal. Eduardo y Bayardo, nuestros guías, indican con precisión la unión de estos dos ríos y el sitio de apertura de válvulas donde actualmente se regula el cause de las aguas para el acueducto de Puerres y demás sectores del municipio.

Terminado el descanso emprendemos nuevamente el camino sabiendo de antemano que es el último de los tramos para alcanzar nuestra meta. Una vez más atravesamos una de las tantas quebradas que desaguan el Páramo del Angasmayo para ascender finalmente la última de las colinas que nos separa del curso del río El Rosal, donde se ha tomado la determinación de almorzar por cuanto el reloj marca ya pasado el medio día, estamos cansados y se hace necesario recuperar fuerzas para la jornada de regreso.

El ascenso de esta última colina no es tan pronunciado como el de los anteriores, razón por la cual se alcanza con mayor rapidez para luego sentarnos a manteles bajo la batuta de Sergio Eliécer, quien ejerce como anfitrión, organizando las provisiones que se tiene para el respectivo almuerzo. Algo tenía que faltar, siendo esta vez los vasos para repartir la gaseosa, pero se sorteo la dificultad con el corte transversal de dos botellas de plástico. Luego vinieron las anécdotas del camino, los chistes y en general el beneplácito por haber alcanzado nuestro objetivo. Terminado el almuerzo y la tertulia se bajó hasta las orillas del río El Rosal donde se pudo contemplar la pureza de las aguas cristalinas de tan magnifico caudal que se espera aprovechar para irrigar las tierras veredales del Municipio de Puerres.

Continuara.....

Algunos Libros Escritos por el Autor
















Enrique Herrera Enriquez


Nace en San Juan de Pasto, periodista, investigador e historiador. Integrante de la Academia Nariñense de Historia en Calidad de Miembro de Numero. Autor de Varios Ensayos históricos como Reseña Historica de Cumbal; Nariño en la historia; Aspectos ancestrales de Males, hoy Córdoba; de Convento de Monjas a Palacio de Gobierno; las Tres Conquistas a Pasto; Integración geopolítica Allende al Carchi; Agualongo a través de los tiempos; Los Poblados del Valle de Atriz; Pasto capital de la República; Biografia de Luis Felipe de la Rosa; Yacuanquer y General Pedro León Torres. Incursiona en la literatura con Golpe Mortal y otros Cuentos; Crónicas de viaje; Biografia de Luis Felipe de la Rosa; Mitos, leyendas y tradiciones de Nariño.

jueves, 26 de febrero de 2009

Historia de Pasto

Este es un breve espacio en el cual se busca publicar los escritos mas impotantes del Historiador Pastuso, miembro de la Academia Nariñense de Historia Enrique Herrera Enriquez.